Hector Rodriguez Elera un D-Cada de siempre y un interesante articulo, también es del año pasado:
Cualquier región del mundo que deja de lado a la juventud, deja de lado su futuro, resignando una energía y una renovación necesaria e inigualable. Por eso, urge revalorar una estrategia explosiva e impulsadora del posicionamiento de la juventud para el desarrollo sustentable en el Perú. Y como dijo Georges Bernanos, escritor francés: “cuando la juventud pierde entusiasmo, el mundo se estremece”. Parafraseando al citado autor me pregunto: ¿por qué nuestro país no se estremece positivamente si es que el número de jóvenes de entre 20 y 35 años de edad es de 6 millones 943 mil 672 y representa cerca del 40% de nuestra población a nivel nacional?
La respuesta responde a dos situaciones complicadas que actúan como catalizadores de la desconfianza de los jóvenes: falta de incentivos y de medios de inserción. Creo que en el Perú los partidos políticos y la sociedad civil no se preocupan en buscar la renovación de liderazgos y la promoción de jóvenes en cargos de responsabilidad. Para ello, es oportuno mencionar al Maestro Jorge Basadre: “Que el Perú no se pierda por la obra o INACCIÓN de los peruanos”. Así mismo, destacan dos pérfidas actitudes: conformismo y egoísmo. A ello se suma el mediocre deseo de mantener el status quo, junto con la visión yoísta que olvida el bienestar del todo como fin último de la sociedad. Sueños y pasión, visión y estrategia, sostenibilidad en el largo plazo e innovación y cambio en acciones renovadoras y concretas; líderes y gestores es lo que avizora y requiere nuestro futuro.
Como jóvenes debemos mantenernos libres de prejuicios, sensibles a distintas realidades, respetando y dignificando la vida del resto de los seres humanos. Por eso, es totalmente necesario tener y ser partícipes de un proceso de recuperación de la confianza de la gente, mediante una actitud creciente de transparencia y activismo social. La palabra unión es mucho más rica en significados, e inclusive mucho más cercana y humana. Una unión que debe identidad única y vital para la existencia de cualquier sociedad. Fomentando el mantenimiento de la diversidad cultural y a su vez la unificación de valores humanos.
Dicha unidad funciona también para afrontar las adversidades de la naturaleza y se ha demostrado en varias ocasiones cómo los ciudadanos peruanos somos ejemplo vivo de un innegable desprendimiento y portadores de un gran humanismo ante dichos desastres, ya que son las grandes cruzadas de la solidaridad, las que comprometen a instituciones públicas y privadas hasta la participación activa de la sociedad civil. Empero, quisiera compartir con ustedes una reflexión: “me da la impresión que son las circunstancias de emergencia quienes nos otorgan licencia para juntarnos, evidenciado el nivel más alto de generosidad entre compatriotas”. ¿Qué tan cierto es esto que afirmo? La respuesta está en cada uno de nosotros.
¿Por qué los piuranos, y en especial sus jóvenes, no nos congregamos para plantear alternativas frente a los problemas que aquejan a la cotidianidad de nuestra querida Región? ¿Por qué no somos en estas ocasiones paradigma de cohesión también? Con eso mismo espíritu de unificación, ¿por qué no lo ponemos en práctica para afrontar vicisitudes aspirando al progreso y desarrollo de una vida digna, saludable y productiva para todos? Porque quien quiere a su país lo arriesga todo y en cualquier circunstancia y no sólo lo demuestra en los episodios penosamente relevantes. No es esta una euforia digna de la efervescencia juvenil; sino más bien el sentimiento de que estamos llamados a ser punto neurálgico de este proceso de concientización de la sociedad civil en que, día a día dediquemos una parte de nuestro tiempo a construir país; a hacer de este un mejor lugar para vivir.
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